2004

Videoinstalación. Dimensiones variables

Once a sleepy fishing village, the town now has a population of over 22,000. Nerja’a population swells to about 90,000 in the summer…it has almost no history until tourism hit.

Rick Steve’s Guidebook, 2006

No es infrecuente en la literatura turística la alusión a estos increíbles saltos mortales de la «aldea de pescadores» al «centro turístico», de un pasado sin fecha, eterno, permanentemente anclado fuera del tiempo, en una quietud de la que sólo despierta ante el click de las cámaras de fotos; esta fantasía responde al obsesivo espejismo del turista acerca del «descubrimiento» del lugar «desconocido», «escondido», las «playas vírgenes», etc. y denota la persistencia de un ensueño tópico de tipo colonial: el paraíso que vive ignorante de su propia condición hasta ser descubierto por un sujeto capaz de comprenderlo en su verdadera dimensión, esto es, un sujeto culturalmente superior, entendiéndose siempre como perteneciente al mismo mundo que el objeto en cuestión, solo que situado en un estadio de evolución más avanzado -también según un solo tipo, un modo único de desarrollo. La insistencia en este décalage busca subrayar ese contraste temporal entre dos tiempos, entre dos momentos de la Historia, de una Historia de itinerario único, en la que solo se reconocerían diferencias de grado cronológico. Un lugar es el producto de una imaginación que no apela exclusivamente a la memoria, sino que comporta una buena parte de fabulación. Y ese lugar, en su vocación turística, llega a ser la expresión de una rememoración colectiva compuesta de múltiples vinculaciones entre el pasado profundo y un presente rápido, evanescente; un lugar que no siempre sabe de dónde viene, qué ocurre en torno a él y por debajo de él.

Marie-François Lanfant: Identité, mémoire, patrimonie et touristification de nos societés.

Nerja, once, producido con motivo de la  exposición “Tour-ismos. La derrota de la disensión” (Fundaciò Tàpies. Barcelona, 2004) se configura como una red de citas, tejida a partir de textos teóricos, investigaciones históricas, archivos fotográficos, hemeroteca y producciones cinematográficas propagandísticas, así como de fuentes en principio consideradas como más inocentes a la hora de servir de vehículo ideológico, pero que precisamente por ello deben ser valoradas como un valiosísimo depósito de información: las tarjetas postales, el cine y la televisión de ficción y la publicidad comercial o los documentos elaborados por particulares y destinados originalmente al consumo doméstico.

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